Morihei Ueshiba

El Fundador Morihei Ueshiba nació en Noviembre de 1883 en Tanabe, provincia de Kii (ahora conocida como Prefectura de Wakayama), una península centro-sureña de la isla principal de Japón.

Hasta los 14 ó 15 años tuvo un aspecto débil, pues era de cuerpo menudo y delgado. Pero, en realidad era fuerte, y su comportamiento muy distinto al de los demás.

Desde los diez años ya había mostrado interés por el budo. Su padre, Yoroku, era miembro del consejo local y el principal funcionario del pueblo. Los llamados matones del pueblo, cabecillas de la oposición política a su padre, solían venir a su casa a negociar y a veces le maltrataban seriamente.

A los doce años, el Fundador, viendo que esto sucedía con demasiada frecuencia, tomó una firme decisión: juró hacerse fuerte a toda costa y expulsar a los ofensores de su padre.

En 1901 cuando tenía 18 años, dio sus primeros pasos encaminados a conseguir tan enérgica ambición. Fue a Tokyo para convertirse en un gran comerciante, empleando muchos días trabajando como mayorista en la calle y estudiando jujutsu por las noches en la Kito ryu.

A veces iba a escuchar también discursos políticos. Pero a los pocos meses se le declaró la enfermedad del beriberi, afectándole al corazón, y tuvo que regresar a su casa.

Entonces decidió fortalecer su cuerpo y, tras recuperarse, comenzó a andar dos millas y media diarias. Lo llevó a cabo durante diez días; luego durante veinte más, y finalmente empezó a correr. Poco a poco desarrolló fuerza física y fue capaz de levantar simultáneamente dos fardos de paja de arroz, cuando antes había sido incapaz de levantar ni siquiera uno.

Hacia los veinte años su aspecto empezó a cambiar. Aunque seguía siendo de baja estatura, era más fuerte que el resto de la gente. Pero esto no le satisfacía y fue a Sakai a estudiar Yagyu-Ryu jujutsu.

En esa época se dedicó a asuntos pesqueros y se vio involucrado en problemas de límites de su pueblo, ayudando a resolverlos, lo que le dio cierto renombre en la localidad.

En general se vio mezclado entonces en tantas actividades que llegó a preocupar a su padre.

Estaba lleno de vigor juvenil y su espíritu era inquebrantable, de tal manera que si había alguien que hiciera el doble que la gente normal, él hacía el cuádruple.

Si los otros podían con 80 libras, él podía con 160. Su fogoso temperamento encontró ocasión de expresarse en los concursos de tortas de arroz de su pueblo. En dichos concursos, un gran cazo de arroz especialmente cocinado se deposita en un inmenso mortero o cuenco de piedra y se golpea con una gran almádena parecida a un mazo de madera con cabeza alargada. Un asistente voltea continuamente el arroz mientras se golpea, y éste se va transformando en una sustancia pastosa en forma de tortas planas, que se dejan enfriar antes de comer.

El peso de la almádena, su difícil manejo y la fuerza y frecuencia con que hay que golpear exigía una gran potencia física para poder hacer tortas.

En estos concursos, el Fundador era capaz de rivalizar al principio con cuatro jóvenes fuertes; después con seis, y luego incluso con diez, y todos eran siempre vencidos. Solía ir a otros pueblos a golpear arroz y llegó incluso a romper muchas veces la almádena, de tal manera que la gente se veía en la necesidad de rechazar educadamente sus ofrecimientos de ayuda para hacer tortas. En lugar de eso le servía té con pastas a la manera japonesa reservada para los invitados ilustres con el fin de tenerle alejado de la zona donde se fabricaban tortas.

Cuando la situación entre Rusia y Japón se hizo alarmante, expresó sus deseos de hacerse soldado y se alistó en el regimiento Wakayama. Allí demostró sus excelentes cualidades en todas las facetas del entrenamiento físico, y aunque era un simple soldado de a pie llegó a reparar en él el propio comandante del regimiento. Medía sólo 157 m de altura, pero era muy corpulento y pesaba más de 81 kilogramos, y siempre era el mejor de su unidad cuando se trataba de gimnasia dura, de correr o de cargar.

Como Japón estaba en guerra el entrenamiento era el doble de duro de lo normal y muchos soldados desertaban. Pero el Fundador marchaba a la cabeza de las filas llevando el pesado equipo de dos o tres personas. Fue considerado un hombre valioso en la campaña de Manchuria, y previno en varias ocasiones crisis entre las tropas. En consecuencia, al licenciarse, sus superiores le pidieron que se alistara voluntario en el servicio regular y que entrara a la academia militar.

Con este objeto recibió diferentes visitas del jefe de la compañía, del jefe de batallón y del jefe de regimiento. Si bien se negó a entrar en la academia, no deseaba volver a su vida normal, y así, el brioso joven se convirtió en líder de una comunidad de su pueblo, Tanabe, administrando los asuntos de su distrito.

En esa época, Kiyoichi Takagi, entonces un simple 3º Dan de judo, visitó el pueblo natal del Fundador y éste consiguió reunir un grupo de alumnos para que Takagi enseñara en el Club Juvenil. Más tarde, Takagi llegó a convertirse en 9º Dan de judo. El propio Fundador estudió judo también con gran diligencia. Pero entonces, quizá debido a la fatiga ocasionada por su vida militar, debió permanecer durante cerca de medio año, sufriendo grandes dolores de cabeza y una rara dolencia que preocupó mucho a sus padres.

Sin embargo, finalmente, se recuperó por completo. En la primavera de 1910 solicitó irse como colono a Hokkaido, en la frontera norte de Japón en ese momento. Sentía mucha ilusión por cambiar de aires y por la oportunidad de trabajar en una tierra sin desarrollar. El Fundador llegó a Hokkaido en marzo de 1911 al frente de un grupo de pioneros de su región, y comenzó a cultivar la tierra en torno a Shirataki, comarca de Mombetsu y provincia de Kitami. Ya en la treintena y en todo su vigor tras haber recuperado su salud y renovado el espíritu se dedicó de lleno a sus obligaciones.

Su condición física mejoró enormemente y aprendió a montar, yendo de un lado para otro por las montañas y los campos por exigencias de su trabajo, teniendo a veces que afrontar tormentas y soportando rigurosos fríos. Su audacia le llevó a ser elegido en 1911 miembro del consejo del pueblo de Kamiyubetsu, en Shirataki.

Asesoró y alentó al Mayor Urataro Kaneshige en favor de los colonos, y estaba en contacto con la Oficina del Gobernador en Hokkaido. Organizó una asociación para que se construyera la Línea Sekihoku, cuya finalidad era tender una vía de tren en el distrito, y fue encargado de presidir dicha asociación. Sus desinteresados esfuerzos le ganaron el reconocimiento público, y en 1912, los habitantes de Shirataki (un área de cerca de 25 millas cuadradas) le dieron un pleno voto de confianza por sus actividades y le llamaron respetuosamente el “Rey de Shirataki”.