Onisaburo Deguchi

Inspiración espiritual

Si Sokaku Takeda puso la base técnica para el posterior desarrollo del Aikido, fue Onisaburo Deguchi, líder de la secta Omoto, quien ofreció la llave espiritual que penetró de acuerdo con la orientación religiosa de Morihei.

El nacimiento de la religión Omoto, a principios de este siglo, se debe a la influencia de dos personas carismáticas.

La primera, su fundadora (que era analfabeta), una campesina llamada Nao Deguchi (1836-1918). El otro fue el excéntrico y energético Onisaburo Deguchi, quien desarrolló el incremento de importancia de la no ortodoxa secta religiosa.

Nao Deguchi estuvo en la miseria durante toda la primera parte de su vida, y se había encontrado con las tragedias de perder a su marido y varios de sus hijos a edades muy tempranas. En 1896, a la edad de 56 años, estuvo muy desesperada, y, según ella, entró en trance y fue poseída por un espíritu benévolo. La analfabeta Nao empezó a escribir cosas, que ella misma era incapaz de leer.

Sus escritos contenían revelaciones respecto al espíritu y crítica social. Según estos escritos, la humanidad necesitaba adoptar una nueva moral y revitalizar las instituciones sociales. Su visión se basaba en un Dios Universal, que considerara a todos los seres humanos iguales, una creencia que estaba en directa oposición con la religión Shinto, que se centra en la figura divina del Emperador.

Nao ya había empezado a juntar seguidores cuando Onisaburo apareció en escena en 1898. Onisaburo estaba muy interesado en el Shamanismo, y también había entrado en una serie de trances que le revelaron que su misión espiritual era salvar a la humanidad. Onisaburo se casó con la hermana de Nao, Sumiko, la cual adoptó el nombre de la familia de Deguchi, y llegó a ser la fuerza dinámica detrás del incremento explosivo de la joven religión Omoto.

Deguchi preconizaba el amor y la bondad, tenía la idea de unificar la moral a través de la religión. Soñaba con la construcción de un Reino Pacífico en Mongolia mediante la fuerza de nuevas religiones, libres de las ataduras de las viejas costumbres, y con la finalidad de unificar Asia y hacerla prosperar.

Basada en Ayabe, cerca de Kyoto, la secta Omoto floreció en las primeras dos décadas del siglo XX. Morihei Ueshiba hizo su primera visita a la edad de 36 años al centro principal de la religión, los seguidores de la secta ya eran cientos de miles.

En diciembre de 1919, Ueshiba, entonces residente en Shirataki-mura al norte de Hokkaido, recibió un telegrama comunicándole la situación crítica de su padre, y su inmediato retorno a Tanabe. Mientras pasaba el tren por la zona de Kansai, Morihei mantenía aparentemente una conversación con un pasajero, que hablaba entusiasmadamente de la religión Omoto, le habló de las increíbles enseñanzas de esta secta, de sus curas milagrosas, y de su carismático líder, Onisaburo Deguchi.

Por el problema emocional que tenía Morihei, decidió hacer una parada en Ayabe, y terminó pasando varios días allí. Mientras rezaba por la recuperación de su padre, rápidamente se sintió bajo el hechizo de la simpatía de Onisaburo.

A la llegada de Morihei a Tanabe, se encontró que su padre había muerto. La muerte de su padre lo hundió en un estado de presión; en un intento de encontrar la vía espiritual, decidió irse con su familia a Ayabe, en la primavera de 1920.

Bajo la guía de Onisaburo Deguchi, Ueshiba estaba ocupado en el desarrollo espiritual. El entusiasmo y trabajo duro de Morihei rápidamente ganó la confianza de Onisaburo.

Habiendo aprendido las habilidades marciales de Morihei, el líder Omoto, decidió que se enseñara artes marciales a todos los seguidores de la religión. Deguchi solía decir: “Hay conmigo un magnífico guerrero”.

Probablemente por esto mucha gente visitaba su casa entre ellos el vicealmirante Seikyo Asano, quien proporcionó al Fundador valiosos contactos en la Marina y más tarde le sirvió de mentor cuando se trasladó a vivir a Tokyo. Esto le llevó a abrir su primer dojo en su residencia privada, el Ueshiba Juku dojo, donde enseñaba las técnicas Daito-ryu jujutsu, que había aprendido de Sokaku Takeda.

La reputación de Ueshiba crecía constantemente, y el rango de los practicantes, en el pequeño dojo de Ueshiba, creció hasta el nivel de incluir personal naval del puerto de la ciudad de Maizuru. Hidetaro Kubota, Yutaka Otsuki, Sogetsu Inagaki, Gunzo Oshikawa y Yoichiero Inoue fueron todos alumnos suyos. Kubota (cuyo nombre actual es Nishimura; 6º Dan de Judo) era por aquella época estudiante en la Universidad de Waseda y una prominente figura en el campo del judo estudiantil, e influyó en mucha gente para que practicaran Aikido, entre ellos Kenji Tomiki y Nobubumi Abe.

Es fácil de imaginar el orgullo que Onisaburo debió sentir teniendo a un artista marcial de la talla de Morihei.

Sokaku Takeda visitó Ayabe en 1922. Es suficiente decir que el periodo de estos cinco meses de entrenamiento intensivo, bajo el exigente Takeda, aumentó considerablemente la comprensión de Ueshiba sobre las técnicas de Daito-ryu.

Como siempre, a causa de la enemistad mutua entre Onisaburo y Sokaku, la última visita inesperada a Ayabe también acabó con ciertas tensiones en la relación entre Morihei y su maestro de jiujutsu que nunca cicatrizaron.

Ueshiba puso sus habilidades marciales a prueba dos años después, en febrero de1924, cuando acompañaba a Onisaburo como su guardaespaldas en Mongolia donde intentaban establecer una colonia de la religión Omoto. Para ello Deguchi se había puesto en contacto con la religión Putienchiao de Corea y la Taoyiian Hung-wantzahui de China.

A comienzos de la primavera de 1924 tomó la decisión de viajar a Mongolia cuando fuese más oportuno, e invitó a Matsumi Matsumura y al Fundador al templo Shounkaku en Ayabe, les resumió el programa y les pidió que viajaran con él. Deguchi había sido implicado en 1921 en el llamado Escándalo Omotokyo (por falta al Emperador), así que su partida había de hacerse en el más riguroso secreto.

La mayoría de los confidentes no fueron avisados. El grupo tomó un tren en Ayabe el 13 de febrero de 1924, a las 3,38 de la mañana. El Fundador se unió al grupo en Tsuruoka, y partieron para Manchuria y Mongolia. La incierta meta del grupo era llegar a Mukden y entrevistarse con Lu Chan-K´uei, un general de Chang Tso-Lin, que les ayudaría a infiltrarse en Mongolia. Sin embargo, China tenía problemas internos en ese momento y el grupo de Deguchi se encontró rápidamente sin ayuda y convertidos en fugitivos. No había carreteras, escaseaba la comida y lo único que podían hacer era seguir huyendo del enemigo.

Durante los cinco meses que duró el viaje, el Fundador siempre estuvo al lado de Deguchi compartiendo su suerte. En cierta ocasión, durante un ataque por sorpresa llevado a cabo por las fuerzas locales, todo el grupo fue capturado, robándoles todo lo que poseían, incluidos los zapatos y la ropa.

Fueron encadenados y obligados a llevar taparrabos como única ropa, y permanecieron encarcelados durante algún tiempo en paiyintails. La actitud del Fundador le hacía destacar sobre los otros, y desde el mismo momento de su arresto sus captores sintieron que se trataba de un hombre extraordinario. Por esta razón le trataron con más severidad, obligándole a llevar grilletes y cepos.

En un momento dado fueron llevados ante el pelotón de ejecución. En medio del camino, los cuerpos de las fuerzas de Lu se amontonaban en el suelo tras haber sido tiroteados momentos antes. El grupo no mostró miedo, caminando por entre los cadáveres tranquilamente hacia su destino.

La actitud del Fundador en ese momento crítico fue especialmente imperturbable, mostrándose tan seguro como en su vida normal. Se dice que los otros le miraban fijamente, asombrados. Afortunadamente la intervención del cónsul japonés en Chenkiatum fue capaz de salvar a Onisaburo y compañía.

Fueron deportados, y devueltos a Japón bajo la vigilancia de la policía japonesa. A su llegada a Port Moji el 25 de junio de 1925 fueron recibidos por un gran gentío que les aclamaba como si de héroes se tratara. Si bien habían fallado sus planes, el Fundador había tenido la oportunidad de poner a prueba su autodisciplina diaria. En Ayabe Ueshiba reanudó con entrega su vida anterior de estudio y se concentró en profundizar en el secreto del budo.

Las montañas de Ayabe ofrecían un excelente escenario para el estudio y la práctica.

Allí eligió el Fundador un lugar apropiado e instaló colgadas en círculo bajo los árboles siete u ocho bolsas de esponja que ensartaba una por una, de forma magistral, con una lanza de práctica de nueve pies de longitud. Sus diestros movimientos quedaron grabados para siempre en la memoria de sus discípulos.

Más tarde, Ueshiba fue gradualmente atraído de Ayabe a Tokyo para enseñar su estilo de jiu-jitsu a un número de prominentes personas, incluido el Almirante Isamu Takeshita, y el antiguo primer ministro Gombei Yamamoto.

Después de varias visitas a la capital para dar seminarios, se fue allí con su familia en 1927. Esto no significa que su relación con la religión Omoto, o con Onisaburo Deguchi, desapareciera. De hecho el respeto de Onisaburo por Morihei continuaba. Se planeó el establecimiento del Budo Senyokai en 1932 bajo el patrocinio de Omoto.

El presidente de la organización era, por supuesto, Morihei Ueshiba. Se abrieron dojos por todo Japón, principalmente en áreas donde hubiera concentraciones de creyentes Omoto, las clases eran dirigidas regularmente en Ayabe, Kamekoa, y la pequeña ciudad de Takeda.

Takeda era el lugar donde estaba el dojo en el cual muchos de los más fuertes artistas marciales practicaron. Instructores del Dojo Ueshiba Kobukan, de Tokyo, incluidos Noriaki Inoue, Hisao Kamada, Gozo Shioda, y Rinjiro Shirata, fueron enviados allí regularmente a enseñar.

Las actividades del Budo Senyokai finalizaron como resultado del segundo incidente Omoto, que ocurrió en diciembre de 1935. Muchas de las propiedades Omoto fueron destruidas. Onisaburo fue arrestado, y condenado por disturbios.

Ueshiba fue forzado a ocultarse durante un periodo, hasta el final de la guerra, con lo que no pudo asociarse libremente con la religión. Las acciones de Ueshiba para distanciarse de la religión durante este periodo fueron criticadas por ciertos elementos internos de la secta. Como siempre, abrir el soporte del religión Omoto en este clima político hubiera destruido todo el trabajo realizado.